martes, diciembre 26, 2017

LA FUERZA DE MARIANA AYLWIN.



En la televisión o en los programas de radio su voz se escucha en un tono más bien suave, incomparable con la irritación que sus ideas provocan en algunos correligionarios de la Democracia Cristiana. La crispación y molestia pudiera explicarse en lo que para ella parece ser el simple ejercicio de tres postulados del partido, hoy vigentes en sus estatutos: luchar por construir una sociedad  justa y solidaria; hacer que el partido sea libre y tolerante y, tal vez la más importante, adherir sin reservas al humanismo cristiano, cuestión que constituye la esencia del ser democratacristiano.
En abril de 2016, el expresidente Ricardo Lagos Escobar escribió en memoria de don Patricio Aylwin un hermoso resumen de su personalidad, que es muy pertinente recordar en estas líneas. Dijo que a lo largo de su vida tuvo fuerza en sus convicciones, amplitud de criterio y gran tolerancia en sus ideas. Contó que don Patricio fue formado por un agnóstico masón y una ferviente católica y que de ahí aprendió el respeto por las diferencias y el entendimiento por la diversidad. Conoció también el servicio y la vocación pública, la importancia de las ideas y convicciones y la necesidad de luchar por ellas en beneficio de la sociedad.
No es extraño, entonces, que la vida de Mariana Aylwin tenga este sello tan directo y que en sus actuaciones se advierta la marca vertical del ejemplo familiar y paterno y su propia vivencia como autoridad pública y ex Ministra de Educación, entre otros importantes cargos.
Por otro lado, el PDC experimenta hoy -al igual que todos los partidos que componen la Nueva Mayoría- un síndrome de agotamiento político de graves proporciones. No solo han sido derrotados en las recientes elecciones presidenciales sino, peor aún, carecen de un ideario a futuro que ofrecer al país para los próximos años. En el caso específico del PDC, la situación puede ser más seria, pues se arriesgaron -sin un auténtico consenso- con una candidata propia, redujeron su participación en el Congreso y perdieron senadores emblemáticos y de gran carisma como Andrés Zaldívar e Ignacio Walker. En el desarrollo de la carrera presidencial fue demasiado evidente que desde dentro del partido hubo diputados y otros personeros que manifestaron su apoyo sin reservas al candidato Guillier e impugnaron siempre a Carolina Goic, contribuyendo a su derrota y al desprestigio del propio partido ante la opinión pública.
Es probable que en las próximas semanas Mariana Aylwin deba hacerse cargo de la demanda de expulsión del partido. No será, sin lugar a dudas, por haber transgredido los valores ni principios que lo inspiran, ni por haber faltado en su conducta a la rectitud en la búsqueda de una sociedad más libre, justa y solidaria. Para alguien que no es democratacristiano, como quien escribe estas palabras, ella es una expresión de honestidad y convicciones que, en estos tiempos turbulentos y de caudillos ególatras, son necesarias para nuestro país.
Alvaro Ortúzar.

miércoles, diciembre 20, 2017

FOTOS: LOS RÍOS DE LÁGRIMAS DE LA CENTROIZQUIERDA.



El lunes, la Juventud Socialista, después de una larga reunión donde discutieron las razones porque el pueblo chileno se equivocó eligiendo al representante del capitalismo, decidió que era hora de ir a la calle. Convocaron a un acto frente a La Moneda para dejar claro que las reformas se defienden. Un acierto fotográfico de la periodista Karina Zúñiga muestra una foto con 11 personas con cara de hastiados, un cartel artesanal que dice “Por el pueblo de Chile, defenderemos lo avanzado” y, de fondo, La Moneda solitaria. A la misma hora, bajo un halo solar, la gente llenaba las calles en busca de un regalo navideño.
El contraste entre 11 personas mostrando consignas que quedaron derrotadas pocas horas antes y la ciudad que anda frenética y pacífica en los días previos de la Navidad es símbolo gráfico de la incapacidad de la izquierda para entender la contundente derrota del pasado domingo. La manía de hablarse a sí misma muestra que la noche será más larga de lo que parece.
Ejemplo de ello es la columna del ex ministro Vidal, donde inventa el concepto del triunfo estratégico, metáfora sacada de la novela La Granja de los Animales o las largas peleas entre el Frente Amplio y la Nueva Mayoría sobre quién es el culpable de la victoria de Piñera. También se suman las teorías que los chilenos son “fachos  pobres” o masas atemorizadas, entre tantas otras donde la izquierda ningunea a la ciudadanía que dice representar.
Las razones porque se gana o pierde una elección son más sencillas y empiezan desde la propia candidatura.  Las malas decisiones partieron desde su origen, donde se eligió no ir a primarias y apostar por una figura sin conexión alguna con la tradición de la centroizquierda chilena de buscar avanzar construyendo acuerdos y con responsabilidad.
La sociedad chilena no ha girado ni a la izquierda, como creen varios cientistas políticos y sociólogos oficialistas, ni tampoco lo ha hecho hacia la derecha, como lloran ahora todos los que les compraron a los gurús. Simplemente, dejó de pensar en dichos ejes y elige a aquel candidato que lea mejor las necesidades de las personas.
Creyó en Bachelet en el año 2013, no porque hubiera malestar, sino porque era una persona honesta y esforzada que iba a ser capaz de hacer una gran reforma educacional, dialogando y sin descuidar el crecimiento económico. En contraste, la derecha tenía una profunda desunión, que la llevó a hacer caer varios candidatos, un serio riesgo por vinculaciones de su principal figura con cobros indebidos en el retail; con el escándalo de La Polar fresco, y la falta de un relato sobre cómo hacerse cargo de los abusos.
Ahora, Piñera tuvo en la primera vuelta y en la primera semana de la segunda una línea clara para capturar el voto de derecha y después morigeró su discurso para convencer al resto de los ciudadanos. Los errores que cometió impactaron en la élite, pero no en los electores. En contraste, el senador Guillier, frente a 44 puntos de rating, no era capaz de contestar cuánto valía su programa o qué iba a hacer con el CAE, asuntos imperdonables en Lagos o Bachelet.
A la socialdemocracia en Chile le llegó la misma enfermedad mundial. Su modelo de justicia social con crecimiento económico quedó ahogado entre la corrupción, por un lado, y el populismo de izquierda, por el otro. Quizá debieron haber aprovechado mejor la visita de Pepe Mujica y escuchar su visión de que la izquierda tenía que olvidarse del todo o nada, porque generalmente terminaba en nada.
Carlos Correa.
El antes del saludo protocolar de Bachelet al presidente electo Sebastián Piñera:

Y la hipócrita llamada, que diferencia, no??

lunes, diciembre 18, 2017

LA NOCHE DE LA PALIZA.



Las elecciones generales de este año han favorecido a la derecha en todos los campos, un desplazamiento estructural que ha concluido con una paliza en la contienda presidencial. La diferencia de nueve puntos era inesperada para todos, adherentes u opositores, y si no llegó a ser humillante es sólo porque ha habido peores. Toda la estridencia empeñada por el gobierno en la segunda vuelta se muestra ahora como lo que fue desde el primer momento: un gesto tardío, apenas por cumplir, inconvincente y desenergizado. El gobierno hizo el gesto, ya no se sabe si porque Piñera le cae mal o porque no ha querido ser acusado de entregar de nuevo el gobierno al adversario, igual que hace ocho años, pero es difícil considerarlo como un gesto comprometido.
Nuevamente, la elección de ayer se realizó en dos mundos: el apasionado campo de los comandos, encarnado sobre todo en los apoderados, y el espacio más racional, encadenado al aburrido rigor de los datos, de los propios candidatos, que saben que al final del día deben cumplir un rito desigual: victorioso el uno, triste el otro.
Este último papel le tocó ayer a Alejandro Guillier, el candidato independiente que quedó en pie después del suicidio masivo de la Nueva Mayoría, y lo encaró con la dignidad que tuvo durante casi toda la campaña presidencial, una de las más extenuantes de lo que va del siglo. Guillier soportó no sólo los ataques políticos propios de una contienda presidencial, sino también ofensas directas y una clara propensión al basureo. Poco sacó Marco Enríquez-Ominami con llamar a “no repetir mi error del 2009” después de usar cuanto foro tuvo para decir que Guillier era incapaz (además de desganado). Poco podían convocar los otros candidatos de la primera vuelta a respaldar a un candidato al que dieron un trato personal tan desagradable. Y muy poco podían ayudar los dirigentes del Frente Amplio que llamaron a votar por Guillier advirtiendo siempre que los votos suyos no eran suyos y que el candidato no se había allanado a asumir sus propuestas.
Guillier sufrió una paliza, pero en el discurso con que reconoció el triunfo de Piñera dio una verdadera lección política, convocando a una autocrítica que la centroizquierda no quiso hacer después de que los hechos le mostraban que ya no era mayoritaria. Guillier tuvo anoche la estatura que le faltó en muchas ocasiones durante la campaña, en una gran medida porque se lo impidieron, y en otra medida porque él mismo tuvo serias dificultades para asumir una candidatura que exigía dar más órdenes y recibir menos consejos.
Guillier encabezó una coalición que se hundía, mientras tenía al frente a otra organización seducida y ordenada por su experiencia en el gobierno. Lo que hizo es más que heroico, pero de seguro no faltarán los que digan que la derrota se debió principalmente al candidato. En política siempre es más fácil matar al portavoz.
Increíblemente, fue Piñera y no Guillier quien logró el milagro de aumentar el número de votantes en segunda vuelta, fenómeno que sólo había logrado Ricardo Lagos después de sufrir un serio susto ante Joaquín Lavín.
Que la derecha dé muestras de esta capacidad de movilización es otra confirmación de la complejidad que está teniendo el cambio social en Chile, y que su dirección no es una “propiedad” de la izquierda. Además de elegir mayoría de alcaldes, un sólido volumen de cores y el mayor número de parlamentarios que nunca había conseguido, ahora ha logrado aumentar el número de votos cuando se ha visto amenazada en una segunda vuelta. La manera negativa de decir esto es que fue motivado por el miedo, como el laguismo en 2000. La manera alternativa es constatar que la derecha tiene ahora una fuerza que se creía reservada en forma exclusiva a la izquierda.
Ascanio Cavallo.

viernes, diciembre 08, 2017

GUILLIER: "LOS EMPRESARIOS SON ANTIPATRIOTAS".



Hace un par de meses tuve una larga conversación con un importante empresario de nuestro país. En medio de ella llegamos al tema de la persistente caída que ha tenido la inversión en Chile en los últimos cuatro años y las razones que la explicarían. Yo comencé señalando que obviamente la reforma tributaria y los cambios en la legislación laboral habían influido negativamente en la rentabilidad de los proyectos y como consecuencia de ello habían deprimido la inversión. El empresario, al que de aquí en adelante llamaremos Mr. X, asintió con su cabeza como validando mis comentarios. Pero para mi sorpresa tomó la palabra y me dijo: “Es cierto que las reformas de este gobierno han influido negativamente en la inversión, pero en mi caso el discurso antiempresarial ha sido más relevante. Por casi 30 años en que me tocó crear empresas, expandirlas en Chile y en el extranjero y contribuir a general miles de puestos de trabajo, pensé que era parte de la solución de los problemas de nuestro país. Sin embargo, el discurso de este gobierno ha terminado por convencer a miles de chilenos que los empresarios como yo somos parte del problema de Chile y no parte de la solución.” Mr. X, continuó su relato contándome cómo el discurso antiempresarial de la Nueva Mayoría lo había afectado muy profundamente, hasta el punto de pensar seriamente en abandonar Chile. Cosa que finalmente no hizo.
Traigo a colación esta conversación con Mr. X , a raíz de la acusación que hizo hace algunos días el candidato Alejandro Guillier, en la cual acusó a los empresarios chilenos de antipatriotas y amenazó con meterles la mano al bolsillo si llegaba a ser Presidente de la República para que por fin contribuyeran en algo a nuestro país.
Desde la elección de primera vuelta, el candidato Guillier ha tomado como propias varias de las propuestas de Frente Amplio. Condonar el CAE y desintegrar el sistema tributario (alza de impuestos a las empresas), cobrar impuestos al patrimonio, dar más poder a los sindicatos y hacer una nueva Constitución. Es decir otra reforma tributaria, otra reforma laboral y una súper retroexcavadora que borre nuestro orden constitucional y lo reemplace por uno completamente nuevo. Todas estas propuestas son como un tren fantasma que a su paso por Chile va espantando a los profesionales talentosos, a los inversionistas y los emprendedores.
Sin embargo, recordando la conversación con Mr. X, probablemente ninguna de las amenazas vertidas hasta ahora por Guillier se compara en su efecto destructivo para el crecimiento y el progreso de nuestro país con haber acusado a los empresarios de antipatriotas a los que estaba permitido robarles. 
En un mundo donde el talento y el capital no tienen fronteras, las amenazas de Guillier podrían tener un efecto devastador en la confianza de consumidores y empresarios, y producir una fuga significativa de inversionistas y profesionales de alto nivel.
José Ramón Valente.