lunes, junio 12, 2017

TERRORISMO: UNA REALIDAD.


EN FORMA reiterada señalamos, en las cientos de charlas que realizamos a lo largo del país, que el peor de los escenarios para los habitantes de la región de La Araucanía era precisamente que las cosas se mantuvieran tal como lo han estado en los últimos 20 años.
Hoy vemos con gran esperanza que las cosas están cambiando y lo que otrora fuera una lucha constante de parte de los gremios, de las víctimas y de cuanto grupo o asociación relacionada con este conflicto, en demostrar la existencia del terrorismo en el sur de Chile, hoy es una realidad. Se ha reconocido por el gobierno de turno y por un sector político con las más claras opciones de obtener el favoritismo del electorado y en definitiva convertirse en gobierno en los próximos meses, la existencia del terrorismo instalado en nuestra región.
Somos testigos de cómo esta simple y no menos grave situación ha sido objeto de sendos debates en el diario devenir de la vida política nacional y ya es un tema país y por qué no de Estado.
Para los sectores más cercanos a la izquierda política, que constantemente intentan en vano convencer a la ciudadanía de que el cúmulo de los graves atentados de que somos víctimas o espectadores no constituyen terrorismo, solo queda agradecer que con su miopía han obligado a los sectores que durante años guardaron un conveniente silencio en estas materias, a tomar partido y definir de una vez y por todas, una posición, la que gracias a Dios, hoy se condice con el más elemental y mínimo ejercicio de sentido común: cuando algo camina como león, huele a león, duerme como león, se declara león y ruge, solo queda concluir que es un león y sostener lo contrario solo demuestra la necedad de algunos sectores políticos que hace mucho rato perdieron el rumbo y el afecto del electorado.
Cuando la dramática narración de la realidad que diariamente nos sorprende con titulares que dan cuenta de cientos de atentados terroristas en el sur del país y la evidencia resulta de tal fuerza de convicción, no se requiere consultar los conceptos desarrollados por organismos internacionales y primeramente tenemos que atenerlos a las normas vigentes y de general aplicación en un país.
Es del caso que el art. 1 de la ley 18.314 que sanciona las conductas terroristas, nos da todos los elementos necesarios para poder distinguir cuando un acto es o no terrorista, señalando que “cuando el hecho se cometa con la finalidad de producir en la población o en una parte de ella el temor justificado de ser víctima de delitos de la misma especie, sea por la naturaleza y efectos de los medios empleados, sea por la evidencia de que obedece a un plan premeditado de atentar contra una categoría o grupo determinado de personas, sea porque se cometa para arrancar o inhibir resoluciones de la autoridad o imponerle exigencias” estaremos frente a conductas que pueden ser calificadas como terroristas.
Pretender desatender el tenor de la ley por quienes hoy se postulan al sillón presidencial, resulta más grave y preocupante incluso de lo que ocurre en La Araucanía, por cuanto nace la legítima duda respecto de cuántas normas de nuestro ordenamiento son capaces de desatender, si éstas no sirven a sus fines políticos.
El problema queda planteado y la pregunta que sigue parece casi obvia, sobre todo en épocas electorales: ¿y ahora qué?
En este escenario, pareciera que lo pertinente y serio será proponer una salida a la violencia y necesariamente en forma conjunta una salida política a esta olla de presión que hoy solo tiene como válvula de escape la violencia terrorista.
Después de 20 años de violencia terrorista, donde muchos lo han perdido todo, donde se ha atentado contra la vida, la libertad, la propiedad y contra la moral de las personas que habitan el sur, hoy esperamos no solo ver coaliciones de gobierno o candidatos codolientes en este tema, sino que ver plasmados en sus programas y propuestas de gobierno la necesaria solución que se propone, como consecuencia lógica del diagnóstico.
Juan de Dios Fuentes.
Abogado y Presidente de Paz Por La Araucanía.

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