viernes, octubre 21, 2016

EL PEOR @ServelChile DE LA HISTORIA: ¡LLAMEN A LA OEA!


EL RECIENTE  desaguisado de las personas que fueron cambiadas arbitrariamente de lugar para votar va a ser no solamente un error más de tantos en la gestión pública, sino con secuelas complejas en nuestra credibilidad democrática.
El fracaso de un intento express de legislar por parte del comité político, que proponía, casi como broma de payaso asesino, votar en dos lugares distintos, hará más dramático los efectos del desastre.
En una columna reciente en El Dínamo,   Ernesto Evans culpa al Servel por no incorporar los cambios necesarios, siendo que hay en el mercado tecnologías biométricas suficientes que ahorrarían mucho dinero al fisco, y varios bochornos.
Pese a su autonomía, el Servel parece hoy mucho más atrasado que cuando era dependiente del Ministerio del Interior, como hizo ver en Twitter el exministro Jorge Burgos.
Y sin duda, mucho más propenso al mal del burócrata de ampararse en el oficio que culpa a un tercero, que aprovechar las atribuciones que le dio la ley para innovar en materia electoral.
Las réplicas empezarán en la noche de las elecciones, cuando todavía no se han enfriado las urnas, en aquellas comunas donde los resultados sean estrechos.
Las elecciones chilenas, a diferencia de los demás países latinoamericanos, e incluso desarrollados (recordar el caso de la elección Bush-Gore) se resuelve ese mismo día en las urnas y no después en los tribunales, aun cuando los resultados son estrechos.
Las excepciones han sido pocas y por ello memorables. La más reciente fue Ñuñoa, donde en la elección pasada Sabat mantuvo la alcaldía en tribunales, caso condimentado con una sospechosa negligencia del abogado enviado por el Partido Socialista a defender los votos de su candidata.
Con la incertidumbre en el padrón podemos tener, esa noche, decenas de Ñuñoa 2012 en los tribunales.  Cualquier elección a alcalde que se decida por pocos votos, podrá ser cuestionada por el perdedor, quien dirá, con justa razón, que el padrón que se designó no era el correcto, y que por tanto la elección está viciada. Podría pasar también en concejales, extendiendo el bucle de lo incierto ad infinitum.
Hay que recordar, además, que en estas elecciones funcionan por primera vez las reglas de financiamiento electoral y propaganda, que tienen que ser fiscalizadas por el mismo Servel. Una de las críticas al nuevo sistema es que no ha permitido conocer lo suficiente a los candidatos.
Quienes defienden los cambios, empezando por Eduardo Engel, plantean que es una campaña que debe basarse en el debate de ideas, en vez de palomas en las calles.
El sociólogo Niklas Luhmann planteaba que la comunicación es un acto complejo que debe superar varias improbabilidades. Una de ellas, que suele ser la más difícil, es la de llegar más allá de los presentes en el acto comunicativo. En esto, la publicidad y los planes de medios son los que permiten que el “debate de ideas” entre a todos los hogares, compitiendo con el detergente, la película que se estrena, la teleserie bíblica, entre otros tantos estímulos que recibe cualquier ciudadano. Si se restringe la publicidad, obviamente, será más difícil la difusión de las ideas.
Hemos sido, hasta ahora, un país tan ejemplar en materia electoral, que expertos chilenos suelen ser convocados como observadores en elecciones de otros países.
Quizá sea hora de asumir humildemente nuestra realidad, y llamar a la OEA para que nos mande observadores.
Carlos Correa.

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