sábado, febrero 27, 2016

URIBE, LIDERAZGO Y CONVICCIONES.


El sábado recién pasado más de 100 jóvenes y profesionales participaron de una conversación con Álvaro Uribe, ex Presidente de Colombia y referente de las ideas de centroderecha en Latinoamérica, en un encuentro que cierra el año de trabajo del Instituto Res Publica y la Fundación ChileSiempre.
En la oportunidad, pude entrevistar al ex Presidente sobre su experiencia personal y sobre su visión de las sociedades modernas en una larga e interesante conversación sobre economía, democracia, los populismos en nuestra región, la lucha contra el terrorismo, la política y el rol de las convicciones en la esfera pública.
Particularmente valiosa es su aproximación a la armonía entre el aporte de una economía libre, que permite el progreso de los países, y la siempre necesaria cohesión social a través de un orden comunitario justo, instituciones sociales fuertes y una libertad sustentada en un genuino orden moral.
En sus ocho años de gobierno la inversión privada aumentó de un 13% del Producto Interno Bruto a un 21%, las exportaciones se triplicaron de U$11.000 millones a U$32.000 millones de dólares y el crecimiento del Producto Interno Bruto pasó de 2,5% anual en 2002 a 7,5% anual en 2007, se concesionó la construcción de 3.000 kilómetros de carreteras y se consolidaron los puertos de Cartagena de Indias y Santa Marta como punto de llegada de los cruceros, pasando de 1.200.000 turistas en 2002 a  más de 2.500.000 en 2009.
Este importante desarrollo económico tuvo como pilar fundamental la promoción de la iniciativa privada y la confianza, a la que el gobierno uribista calificó como “esencial para estimular y promover la inversión”. Esta confianza se sustenta en la “seguridad democrática”, tercer eje (junto a la inversión privada y la cohesión social) que marcó el sello de la administración del Presidente Uribe.
Sin duda, su política de seguridad democrática es uno de los factores cruciales para entender su liderazgo e influencia, que lo llevó incluso a ser electo como “El gran colombiano”, superando a Gabriel García Márquez o Antonio Nariño. La seguridad democrática se basa en el papel conjunto de la sociedad colombiana y los órganos de seguridad en la lucha contra el terrorismo, reduciéndose notablemente los delitos de secuestro, narcotráfico, homicidio y extorsión.
Al mismo tiempo, esta política busca distinguir la acción legítima del Estado como garante de la seguridad nacional de la acción ilegal, ilegítima e injusta de cualquier grupo terrorista. Más de una vez se enfrentó a la oposición internacional por los ataques contra las FARC, a los que con entereza respondía que si Hitler o cualquier tirano viviera en Europa y tuviera campos de concentración, hombres y mujeres secuestrados, o si importantes zonas de su país se encontraran bajo su yugo, la comunidad internacional solicitaría acabar dicha amenaza, incluso militarmente. No hay razón para distinguir a Colombia de Francia o bien a Londres de Medellín.
Las ideas de cohesión social desde las libertades, de la seguridad desde la democracia y la confianza inversionista desde la responsabilidad social constituyen los tres pilares que inspiraron su acción de gobierno. Todas estas resultan de particular relevancia para Chile, en momentos que vivimos una severa crisis de confianza inversionista –provocada por el gobierno-, delincuencia, lamentables casos de colusión y un empobrecimiento de las instituciones sociales, entre muchas otras cosas.
Por sus ideas y la valentía de promoverlas aun a contracorriente, sin temor a perder una popularidad transitoria, escuchar, conversar y estudiar el liderazgo del Presidente Álvaro Uribe constituye un aporte a cómo debería ser la centroderecha chilena para los próximos años.

Julio Isamit, Coordinador General Republicanos.

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