martes, diciembre 24, 2013

ES INEVITABLE: EL MARXISMO CONDUCE AL GENOCIDIO (MAURICIO ROJAS, EX-MIR).


25 MARZO 2012 | LIMA -
Invitado a exponer sobre los desafíos del neopopulismo en América Latina durante el reciente seminario organizado por la Fundación Internacional para la Libertad en el campus de la Universidad de Lima, Mauricio Rojas nos explica su tránsito desde el marxismo radical del MIR chileno al liberalismo que hoy triunfa en países que, como Suecia, han superado el espejismo del Estado de Bienestar.

Entrevista de Mario Camoirano

Correo: Usted se enfrentó a la dictadura de Pinochet y tuvo que emigrar de su patria por ello. ¿Por qué abandonó el marxismo y abrazó el liberalismo?

Mauricio Rojas: Yo llegué como refugiado político a Suecia a fines de 1973 en mi calidad de integrante del MIR, un movimiento pro guerrilla aún más a la izquierda de Allende, a quien considerábamos un reformista que no valía nada. Nuestro modelo era el Che Guevara. Es en Suecia donde conozco un entorno de refugiados del comunismo soviético y nos damos cuenta de cómo nuestros ideales, en todos lados, habían conducido a los resultados más terribles. Además en ese momento ya existía una reflexión en Europa de por qué siempre el marxismo terminaba engendrando regímenes totalitarios. Es como una máquina que no importa qué insumos se le introduzca siempre produce el mismo producto de mala calidad y al final no queda otra conclusión de que estamos ante una máquina mal diseñada.

C: ¿El marxismo inevitablemente conduce al genocidio?

MR: ¡Absolutamente! La misma idea del "hombre nuevo" es genocida, pues pone a quienes la representan en un ánimo de corregir al ser humano, de forzarlo a ser distinto y eso termina engendrando violencia. Tienen la soberbia de los pequeños dioses. Es un pensamiento de vieja raigambre en occidente. Nos acompaña desde Platón, quien sostenía que para crear la sociedad ideal hay que limpiar el alma humana, hacerla como un lienzo en blanco para pintar nuestra utopía sobre ella.

C: ¿Pero por qué se fue al otro extremo? Al liberalismo.

MR: En esta reflexión no sólo me di cuenta de los problemas del marxismo sino que yo mismo podría haber acabado transformándome en un verdugo como Stalin o el Che. Por eso me dediqué a buscar una ideología que se preocupara por proteger al individuo contra la violencia colectiva ejercida a nombre de cualquier ideal. Eso es lo que para mí representan las ideas liberales. No es tanto una cuestión de economía de mercado. Todo intento de sacrificar al individuo por una reforma, aun una de corte liberal como la que hubo en mi país bajo Pinochet, es algo inaceptable. El liberalismo es algo integral.

C: ¿Y cómo pudo un liberal ser elegido al Parlamento de un país como Suecia, que es algo así como el paraíso del socialismo?

MR: Lo fue durante un tiempo, hasta que el sistema quebró. La crisis actual de los llamados Estados de Bienestar de la Unión Europea, Suecia la vivió a inicios de los noventa. Ese modelo que la izquierda que acá en Latinoamérica se pinta como moderna y distinta al chavismo. En un momento dado el 75% del producto nacional sueco pasaba por el Estado en la forma de impuestos. Sólo había escuelas y hospitales públicos. La quiebra sobrevino de manera natural cuando sobrevino un aumento del paro y los desempleados pasaron por caja a cobrar y el dinero no alcanzaba. En algún momento se llegó a un 11% de déficit público. Igualito que Grecia y España ahora. Eso originó un replanteamiento del Estado de Bienestar para salvaguardar su esencia. Así, se permitió el ingreso de la empresa privada a la educación, pero sin que ello implique que los padres de familia paguen por el servicio. El Estado les da un bono para que los padres escojan el centro educativo de su preferencia. Usted podría crear una escuela en Suecia el día de mañana. Si se matriculan alumnos te va bien, si no te va mal y cierras.

C: ¿Y el Estado mismo no se redimensionó?

MR: Ah, pero por supuesto, lo que implicó también que la tajada que se llevaban los impuestos del salario disminuyó. Antes de la reforma no convenía trabajar. El cuánto fue menos y el cómo cambió mucho. Un factor favorable al cambio fue la falta de funcionarios públicos con el puesto asegurado de por vida. Eso permitió dinamizar el sector público de manera muy similar al privado. Se compite por el mismo mercado laboral.

C: Usted identifica estos problemas del Estado de Bienestar con populismo. ¿No se supone que ese es un fenómeno más tropical y bananero? ¿Más latinoamericano o tercermundista?

MR: No. La esencia del populismo es el uso irresponsable de los recursos públicos para ganarse el favor popular. En América Latina el fenómeno toma matices chabacanos y subdesarrollados. En Europa se hizo creando esa sociedad de derechos que prometió tanto que creó economías insostenibles. Si quiere llamémosle neopopulismo, y es el grave peligro que adelanto puede pasar en nuestro continente, como natural consecuencia del aumento de los ingresos públicos a raíz de esta bonanza extraordinaria de nuestras exportaciones. Pero lo más peligroso de esta política de subsidios indiscriminados es que termina debilitando la voluntad de trabajar. Cambia el sentido de la responsabilidad personal. Se crea la ilusión de que el Estado es capaz de generar riqueza y distribuirla, afectando el sentido de responsabilidad personal. Esto destruyó la escuela europea. Existen un par de generaciones que no creen en los deberes y el esfuerzo personal. Hoy los jóvenes europeos están "shockeados" e indignados porque les están recortando su "derecho" a que el Estado les resolviera sus problemas.

C: ¿El populismo es pues nada más que una ilusión?

MR: Efectivamente. La ilusión de que estás progresando. De que una vez que alcanzas el desarrollo es como si llegaras a una meseta, que no hay vuelta atrás, que el futuro ya está asegurado para tus hijos y nietos. El desarrollo es como andar en bicicleta. Si dejas de pedalear te caes. La riqueza esté en cada día que vas a trabajar, que estudias, que haces los deberes. En Europa esto se debilitó enormemente en los últimos 30 años.

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