jueves, octubre 24, 2013

"EL OTRO MODELO" BAJO LA LUPA.



Una vez terminado el ciclo de columnas sobre el final de la Unidad Popular –textos que serán publicados dentro de poco de forma ampliada en un breve libro de divulgación– dedicaremos unas pocas semanas a comentar uno de los textos más influyentes de los últimos meses en Chile.
Se trata de “El otro modelo”, de Fernando Atria, Guillermo Larraín, José Miguel Benavente, Javier Couso y Alfredo Joignant.
Escrita sin autorías específicas por capítulos –es decir los cinco profesores se hacen responsables de la totalidad del texto– la obra merece un tratamiento detallado.
Es, después del libro de Sebastián Burr “Hacia un nuevo paradigma sociopolítico”, el texto más importante de discusión sobre las coordenadas de la vida pública en Chile. Las diferencias de nivel, de coherencia y de fundamentación, eso sí, son abismantes.
Mientras Burr va al fondo, no incurre en contradicción alguna y fundamenta todo, Atria y su equipo concluyen una obra superficial, llena de contradicciones sutiles y flagrantes, carente de sustento en documentos.
En esta oportunidad, sólo haremos algunas consideraciones generales, porque durante las próximas semanas iremos desglosando la obra y fundamentando en concreto.
La motivación del libro –afirman los autores– está en las movilizaciones del 2011, pero nunca se discute siquiera su tamaño. Se estima que detrás de ellas hay “intereses y un proyecto”, (15) pero no se reconoce su evidente digitación por fuerzas ideologizadas y coordinadas.
Quizás sea ese punto de partida –entre lo ambiguo y lo engañoso– lo que haga que se usen variadas dicotomías falsas y se opte por lo maquiavélico: “Habiendo llegado al fin, poco importa el camino que se siguió”, (29) afirman los autores. Desde las movilizaciones, al cambio de modelo… por la vía que sea.
Como el camino importa poco o nada, no es extraño que el libro incurra en variadas contradicciones, que se verán caso a caso en próximas entregas; que prefiera dejar materias en una abierta indefinición y que omita otras. Por ejemplo, no hay una palabra sobre las causas morales y culturales de la situación chilena, aunque la obra llama continuamente a un comportamiento ético a favor del interés general, de la preocupación de unos por otros. Para quedar bien con la neutralidad, los autores afirman que el libro “no es moralista ni menos pretende predicar la virtud”, (35) lo que es reiteradamente negado por el mismo texto.
Lo más grave es el recurso a una vieja falacia: inventar un elefante gordo y pesado, al que es fácil dispararle y, obviamente, dejarlo herido de muerte. Se trata de un supuesto Neoliberalismo que, tal como se lo describe en la obra, nunca ha existido en Chile. Los autores inventan una figura modélica basada enEl Ladrillo, pero ignoran completamente la Declaración de principios del Gobierno de Chile de 1974, y todos los textos y documentos subsidiaristas que han dado en gran medida desarrollo a las ideas del Gobierno Militar. No sesgan: eso sería poco. Omiten, y groseramente.
Como todos los males del país los causa el Neoliberalismo originado en el 73 y continuado por la Concertación desde el 90 –aunque atenuadamente– los autores concluyen que en el país la ciudadanía ha sido devaluada.
Ya veremos cómo intentan explicar esa historia y el modo en que ellos la reconstruirán.
Gonzalo Rojas Sánchez.
VivaChile.org

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