sábado, noviembre 24, 2012

EL "MODELO "K" TOCA FONDO.



Impulsado por el alto precio de la soja, los gobiernos de los Kirchner se lanzaron a desafiar la ley de gravedad tratando de levitar indefinidamente. Es como ese señor del circo que equilibra platos en la punta de unas varillas y a cada momento agrega otro y otro. Todo indica que más temprano que tarde deberá parar y comenzar a retirarlos o llegará un momento en que todos ellos se caerán de golpe.
El “modelo” K –que trató de reeditar el antiguo sueño de izquierda de darles de todo a todos y todas– colapsa porque las cosas no alcanzan y la plata se acaba.
El sueño era simple y nada novedoso. El precio de la soja y la venta de gas permitían aumentar el reparto de dinero vía subsidios y planes especiales de alimentos, de cesantía y de trabajos fiscales, mientras al mismo tiempo se creaba y sostenía un esquema clientelístico que les permitía apabullar a la oposición y ganar el apoyo de las oligarquías sindicales.
El modelo comenzó a hacer agua por el creciente déficit en la producción de energía. En efecto, la mantención del precio del gas y de los combustibles líquidos a valores irreales fue desmantelando la industria hasta que Argentina se convirtió en importador neto de petróleo y sus derivados. Y fue de mal en peor, hasta llegar a una situación crítica en que para mantener el flujo de combustible importado, el gobierno debe gastar 11.000 millones de dólares anuales, una cifra estratosférica. Este esfuerzo se pudo mantener mientras se dieron dos circunstancias: que las ventas a Brasil, principalmente partes y piezas automotrices, fueran significativas, y mientras el precio de la soja se mantuviera altísimo.
El saldo comercial fue deteriorándose paulatinamente: las exportaciones a Brasil fueron decayendo; el precio de la soja, siendo alto dejó de ser astronómicamente alto, y el precio y cantidad el petróleo importado fue creciendo sin parar.
Para mantener el gasto, el gobierno fue echando mano a cuanta fuente de recursos encontró, en forma destacada: a los fondos de jubilaciones y los fondos depositados en el Banco Central, hasta que la fuente se secó.
Al igual que los “modelos” económicos de Brasil y de Venezuela, el sueño era que la demanda interna impulsara y mantuviera el crecimiento de la industria nacional. Mientras el “modelo” contó con recursos abundantes hubo crecimiento, hoy día la industria ya no crece más y la demanda está de bajada. Todo dependía de la existencia de una balanza comercial con gran superávit, lo que ya dejó de pasar.
El pánico ante la reducción y luego fin del superávit llevó a la imposición de fuertes restricciones a la venta de dólares a particulares en un esfuerzo por hacer caja a como diera lugar. La gente se indignó y lo que se recaudó fue mucho menos de lo esperado. En este año el Banco Central Argentino perdió 5.000 millones de dólares.
El 2013 viene peor. La industria, con una población que no quiere comprar mas y prefiere ahorrar en dólares, se quedó sin la demanda interna generada por los subsidios al consumo y el gasto fiscal entró en declinación, a lo que se le sumó la dificultad para importar repuestos, componentes y partes para sus procesos productivos. El clavo final del ataúd lo puso el “cepo del dólar” al desalentar la inversión extranjera, ya que quienquiera que lleve dólares a Argentina, no los podrá sacar.
Las predicciones para este año comenzaron con una proyección de crecimiento mayor al 4% que ahora se han reducido al 1,5%. Los más conservadores que anticiparon menos del 4% ahora piensan en 1,2% o algo muy cercano a 0, es decir, al borde de la recesión.
El día 8 recién pasado un número impresionante de bonaerenses se reunió en el Obelisco, en la Plaza de Mayo y otros puntos de la capital, lo mismo sucedió en las principales ciudades argentinas. Se reunieron en paz y tranquilidad, resistiendo con éxito las provocaciones y amenazas proferidas por los medios pro gubernamentales. Reclamaban mostrando carteles hechos por ellos mismos. Reclamaban contra la inseguridad, contra la destrucción de las instituciones, contra la corrupción, contra los malos modales de la Presidente y sus ministros, contra la prepotencia gubernamental, contra el abuso de poder, contra la re reelección que la Presidente promueve para sí misma.
La respuesta del gobierno fue la descalificación y el ninguneo, los ignoraron. No es fácil ignorar a 1.500.000 de personas protestando, pero ella lo hizo.
Todo apunta a que el “modelo” K está llegando al final del camino, en lo económico y en lo político.
Los argentinos están hastiados. Es un mal sentimiento, peligroso.
Por su propio bien, sería deseable que la Presidente no los provoque más.
FERNANDO THAUBY.
VIVACHILE.ORG

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio