lunes, octubre 22, 2012

EL CHILE ANTIFASCISTA DE LA RDA.



Desde hace un tiempo, muchos dirigentes políticos que vivieron parte de su exilio en la República Democrática Alemana (RDA) nos han dado a conocer sus opiniones sobre lo que era la vida de los chilenos en la RDA, y de la amplitud o restricción de las libertades públicas, políticas, económicas y sociales en ese país. Esto ha llegado a un punto máximo en los dichos del ex senador Ricardo Núñez, el sábado en “El Mercurio”. Para quienes vivimos en la RDA, los dichos de todos estos dirigentes, lo único que nos confirma es que estas personas nunca vivieron en la RDA, porque estuvieron siempre protegidos y aislados de lo que era el mundo real.



Si tuvimos que salir al exilio, no tenemos derecho de instalarnos a vivir cómodamente en ese país sin preocuparnos del respeto que existía allí por los valores y principios que decíamos defender. No por el hecho de que nunca fui testigo directo de la muerte de un alemán que trataba de cruzar el Muro de Berlín tengo derecho a decir que como no lo presencié, eso no existió.
El ex senador nos dice que “un porcentaje de los alemanes tenían los medios para llevar una vida plena”. No me cabe duda de que las personas con las que él se relacionaba en su paso por la RDA formaban parte, al igual que él, de la clase que disfrutaba de todos los beneficios del poder absoluto y podían sentirse plenos. Nos dice que la RDA era un país “desarrollado desde el punto de vista económico”, para remachar al final de su frase: “Yo no había visto antes trotar en las mañanas como lo presencié allá, en aquellos años”.
¿Está seguro de que sus recuerdos de la RDA no se le están confundiendo con su paso por París o por otra gran capital del despreciado mundo occidental? Las formas de producción en este “país desarrollado desde el punto de vista económico” no respetaban ni las mínimas normas de seguridad laboral y de resguardo de la salud de los trabajadores. Muchos de quienes vivimos en la RDA, trabajando turnos de doce horas en empresas químicas, hoy vivimos como pensionados tempranamente, por el deterioro de nuestra condición física por enfermedades originadas en esos años.
Quizás todo esto que hemos señalado podríamos entenderlo y hasta justificarlo, en razón de la diferencia que existe entre estar en un lugar, a vivir en ese lugar.
Lo que más nos indigna es cuando el ex senador habla de las condiciones que imponía el Chile Antifascista a quienes vivíamos el exilio en ese país como hechos realizados por terceros, siendo que él siempre fue parte de ese núcleo dirigente que, instalado en Berlín y gozando de los privilegios que Núñez reconoce, decidía y le imponía a todo el exilio.
Ellos fueron los responsables de que todos, independientemente de sus estudios o profesiones, tenían que trabajar como mano de obra no calificada en las fábricas de la RDA, para que viviéramos un proceso de “proletarización”. Ellos fueron los que determinaron que las chilenas que querían interrumpir un embarazo sólo lo pudieran hacer con autorización del Chile Antifascista, aunque eso estuviera permitido en la legislación del país. Ellos fueron los que decidían quién podía salir del país y quién podía recibir a sus familiares o amigos, provocando situaciones dramáticas. Mientras ellos viajaban libremente a Occidente a comprar paltas, nosotros hacíamos largas filas en la RDA para comprar plátanos.
De todas estas decisiones, el ex senador Núñez fue parte, y más que explicaciones, más que justificaciones, uno esperaría que tuviera un acto de real arrepentimiento y les pidiera perdón a cientos de chilenos que fueron dañados por una decisión de la que él fue parte. Por el contrario, sentimos en él cierto orgullo y soberbia de haber sido parte del “Jet Set Rojo en Berlín”.
Cuando publique sus memorias, no se olvide de invitar a la señora Margot Honecker, ella le agradecerá que diga que muchas de las medidas que se les imponían a los chilenos “no era una disposición del gobierno de Erich Honecker, sino una orden dada por el organismo creado por la jerarquía de la UP radicada en la RDA”.
PATRICIO CUETO ROMÁN.
EL MERCURIO ON LINE.

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