miércoles, agosto 22, 2012

LA DECISIÓN DE CAMILA.



La estrategia del bloqueo legislativo no es gratis. La gente quiere menos calle y más avances concretos. Y eso no se logra con actitudes como la de Camila.


EL TRANSITO de Camila Vallejo de líder estudiantil a figura política no ha sido fácil. Pasar de la calle al complejo juego del Parlamento le ha provocado, hasta ahora, más frustraciones que logros. Su ya histórico desencuentro con Pepe Auth, a quien acusó de traidor por apoyar la reforma tributaria, le valió una fuerte respuesta del diputado PPD, quien le enrostró tener una intolerancia propia de la Guerra Fría, dejándole en claro dos cosas: primero, que ya no es la figura intocable del año pasado, cuando nadie se atrevía a criticarla. Segundo, que sus ideas políticas no representan a mucha gente.
Lo anterior no es extraño. Mientras Vallejo fue una activa dirigente estudiantil, tuvo un discurso más bien amplio, que fue capaz de interpretar a muchos. Por el contrario, su discurso político, marcado por su militancia comunista, la reduce a un porcentaje minoritario de la población.
Pero más allá de eso, quizás lo que olvida Vallejo es que la política es una actividad que la mayor parte de las veces opera más por conveniencia que por convicción o principios. Su caso personal evidencia el punto. Mientras fue fuerte, muchos políticos, de todos los partidos, quisieron acercarse a ella, no porque compartieran sus ideas, sino simplemente por capturar algo de su popularidad. Pero esa estrategia probó no ser rentable para los parlamentarios, ya que ninguno de ellos recibió su aura. Así las cosas, Camila dejó de ser importante.
Frente a esto, las opciones de Vallejo son básicamente dos. La primera es jugarse a que el movimiento estudiantil se reactive y, con ello, recuperar su fuerza. Se trata de una apuesta arriesgada, porque las recientes tomas de colegios hablan de un grupo muy radicalizado, situación que las hace poco populares. Los universitarios, conscientes de eso, han optado por convocar a cicletadas o besatones, como una forma de sacarse el estigma de la violencia. Veremos qué sucede con esa forma de movilizarse. Si fallan, no es descartable que también pasen a acciones más radicales. Eso, probablemente, sea el fin del movimiento.
La segunda línea de acción de Camila Vallejo es entrar de lleno a la política, lo que significa usar sus lógicas, partiendo por tener la capacidad de negociar, lo que implica, necesariamente, ceder y establecer alianzas que busquen avanzar dando pequeños pasos y dejando de lado las utopías. Hasta ahora, ella ha sido intransigente en esto, al punto de incluso plantear que jamás haría campaña por Bachelet, lo que le ha costado muchos enemigos en la propia oposición, disminuyendo aún más sus grados de influencia. Tanto, que incluso se especula que hay parlamentarios que ahora están dispuestos a apoyar la reforma tributaria, precisamente para no aparecer pauteados por Vallejo.
Y todo esto sucede porque los políticos están pensando que la gente, los votos, ya no están con la actitud de ella. Que las posiciones antisistema que representa no son bien vistas. Que atacar todos los proyectos del gobierno tiene poco sentido, porque objetivamente se ha avanzando en muchas cosas. Por ende, la estrategia del bloqueo legislativo no es gratis, como lo muestran las encuestas. En definitiva, la gente quiere menos calle y más avances concretos. Y eso no se logra con actitudes como las de Camila Vallejo.
ANDRÉS BENÍTEZ.
LA TERCERA ON LINE.

1 comentarios:

Blogger KaosHispano ha dicho...

una niñata listilla alucinada del tardo-retro-marxismo comunistilla. De su fulaneo personal y politico con el castrismo genocida cubano, no hace falta decir mucho. Igual no habia chilenos con miembro más diversionista...

12:43 p. m.  

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